A dos años de la partida de mi abuela Chila
Abuelita, tu sabes que te quiero. Pero no siempre alcanzo a contactarte en fechas importantes como esta de tu partida un dos de septiembre de 2013. Sé que me estás viendo, no sé si desde el cielo o mirando sobre mi hombro y sé que apruebas estas palabras con tu corazón poeta.
Hoy te reconozco en la forma de ver la vida, en la generosidad y altruismo de los que hiciste gala, en la manera como muevo mi anillo de casada o me pinto las uñas o la boca de rojo sangre.
Te recuerdo cuando me pongo una de tus creaciones, las mochilas marca Chila que con tanto ahínco tejías para vender y de las cuales soy la orgullosa propietaria de tres, en el encharpe o chal que me regalaste y que uso para los días de aire acondicionado en la oficina.
Extraño tus ojos de china y tu mirada pícara, pero sé que estás allá, sentada en tu mecedor, meneando tu vasito con hielo (tu tácita forma de pedir más whisky) y esperando por nosotros con tu mejor sonrisa, contando chistes con tus hermanos, riéndote con tu risa sonora, aguda y desparpajada como la mía y tejiendo en tu mente nuevas poesías a cada uno de tus hijos, nietos y bisnietos mientras tarareas una cancioncita compuesta por ti…
Las papayas de Camacho
fueron mi perdición
las papayas de Camacho
fueron mi inspiración…
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