Chayanne en concierto, el mejor afrodisiaco
Agosto 3, 2015. Orlando.- Circa 1990. Una pandilla de amigos
adolescentes se apunta a ir a ver al ídolo juvenil Chayanne en el estadio de
futbol de su costera ciudad tropical. Allí estamos todos, incluido el que es
ahora mi esposo y al que en ese momento no prestaba mucha atención. Falta
solamente mi mejor amiga, ocupada atendiendo a su bebita de pocos meses. Fast
forward. Agosto 2 de 2015, Orlando Amway Center. Allí estamos mi amiga, su hija
de 25, mi hermana y yo. La emoción se siente en el ambiente. La expectativa es
grande. Han pasado 25 años desde la primera vez que vi a Chayanne en concierto
y me encuentro allí rodeada de algunas de las mujeres que más quiero en la
vida. No tengo palabras para darle las gracias a Chayanne por este momento.
Pero sí tengo para contarles lo maravilloso
que fue ver a este Señor Artista (con mayúsculas) cantar, bailar y moverse en
el escenario con la lucidez que sólo se consigue cuando uno ha pasado de los
cuarenta. El Amway Center, ubicado en Downtown Orlando, vibraba ante la
expectación de unas 17.000 mujeres y 2.000 hombres, cuarentonas y cuarentones
en su gran mayoría; veinteañeras, las más jóvenes; dedicados maridos, novios y
pretendientes de las asistentes, obligados a ir, muy seguramente, los
caballeros; así como algunos fanáticos furibundos de pantalón y zapato rojo
sangre.
7:30 pm. Las luces se apagan y con la
oscuridad, un aullido de mujeres emocionadas hace vibrar hasta los asientos del
Amway Center. Cinco gigantescas pantallas y un juego de luces impresionante, le
ayudan a la estrella boricua en su aparición sobre el escenario. Todas nos
unimos a los aplausos y gritos de felicidad. Allí esta Chayanne, el astro de la
música pop latina, el más varonil de todos los cantantes hispanos de mi
generación, con sus pantalones de cuero negro apretados que marcan firmemente
sus fuertes piernas de varón bien plantado sobre más de seis pies de altura.
Clásicas de los ochenta como “Fiesta en
América”, “Tu pirata soy yo”; de los noventa, “Completamente enamorados”,
“Tiempo de Vals”, “Provócame” o “Candela”; y de la década del 2000, como “Torero”,
“Lola” o “Y tú te vas” fueron interpretadas en vivo con la maestría que
caracteriza al trigueño de voz ronca y romántica.
Por supuesto que no podían faltar los ya
consolidados éxitos de su más reciente álbum de estudio “En todo estaré”:
“Humanos a Marte”, canción que presentó en los Premios Billboard 2014, a los pocos días del
fallecimiento de su madre a causa de un implacable cáncer; la balada romántica
“Tu respiración”, que hizo que se me erizara la piel y su nuevo sencillo “Madre
Tierra”, un canto ecológico y alegre a nuestro planeta.
Como siempre, el consolidado equipo de
bailarines de Chayanne se lució con sus coreografías al acompañar a este
magnífico bailarín que personifica el ideal de latino con el que soñábamos todas
a los 15 años. La banda, extraordinaria, especialmente el guitarrista con su
solo durante la interpretación de “Tu respiración”, una canción que nos dejó
boquiabiertas con el increíble juego de luces blancas que caían como rayos sobre
la humanidad de Chayanne, un hombre que no sólo es guapo, atractivo y sexy sino
que además todas admiramos por su integridad de esposo y padre, por su piel canela
y sus ojos cafés que nos derriten, por sus movimientos de cadera, de hombro, de
lo que sea.
Ver a Chayanne bailar en vivo sobre un
escenario es un afrodisiaco para cualquier latina que se respete. Y los hombres
lo saben. Por eso muchos de ellos no tienen inconveniente en acompañar a sus
mujeres, los más complacientes y
protectores; en dejarlas ir solas o con
amigas, los que no se aguantan su música pero se saben beneficiarios; y los
verdaderos admiradores, que como nosotras sueñan con tener un hombre así en sus
brazos. No debo dejar de lado a los estudiantes de música o producción de
espectáculos y a los periodistas o bloggeros, que de seguro hacen levante o
ligan, como se dice en España.
Lo cierto es que ante tanto estrógeno
junto cualquier hombre se intimida. Pero Chayanne no, Chayanne es nuestro, de todas
y cada una de nosotras dos, veinte, veintemil, doscientas mil o dos millones de
fanáticas que en algún momento atesoramos la ilusión de encontrar nuestro
propio Chayanne. Yo por fortuna me fijé en unos ojos café como los de Elmer
Figueroa Arce, y que ahora me miran cada mañana y se cierran cada noche antes
que los míos en nuestra estrecha cama.
Love
B.
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