Sobre el escenario: Russian Red y Alex Cuba

Mi amiga y yo, compañeras incansables de aventuras, decidimos ir a un concierto gratis. Sin saber de qué se trataba, llegamos hasta el Colony Theater, en South Beach, para ver a dos artistas: Russian Red y Alex Cuba. Organizado por el Centro Cultural Español y Fundarte, el recital no tiene precio, sino que el público es quien decide cuánto vale la boleta a través de una donación.

Tengo que confesar que el nombre Russian Red no me dijo nada. No fue hasta que una joven de falda negra, corta, de boleros, y blusa rosa con negro apareció en el escenario con su voz de terciopelo que entendí por qué estaba allí, por qué habíamos venido desde tan lejos (ella desde España, yo desde Doral). La pequeña Lourdes Hernández en su fisionomía me recordó a una amiga del pasado. Mas su voz, me pareció incomparable. Lourdes canta en inglés con un ligero acento español, pero lo importante aquí no es lo que dice, sino la forma como ella se deshace en notas. Y es que a esta chica la vida se le va en sus canciones porque les pone alma y corazón. Como dicen en el sur de España: tiene duende. Aquí lo importante es cómo ella mira al infinito con los ojos idos, a veces en blanco, la boca mordiéndose en una mueca dulce, las manos sosteniendo una enorme guitarra que parece flotara entre sus dedos. Alberto, su acompañante, le siguió la línea, la dirigió a veces y también se destacó en su dominio de diferentes instrumentos, algunos de ellos juguetones o infantiles: un huevo, un xilófono, una dulzaina. “Es la primera vez que tocamos juntos”, nos dijeron en medio de un escenario decorado con lucecitas blancas de navidad. Para serlo, no esta nada, pero nada mal.

Tras el intermezzo, llegó Alex Cuba, del que tenía una ligera referencia por un programa de radio que hablaba de un cubano que triunfaba en Canadá. El telón subió lentamente revelando unos zapatos modernos, unos yines apretados, ligeramente acampanados en la bota, una camisa ajustada de manga corta y estampado un tanto psicodélico y un afro señores, no cualquier AFRO, sino uno con mayúsculas, uno como nunca he visto, enmarcando la cara de Alex decorada con excéntricas patillas. Su guitarra eléctrica negra escondía su cuerpo delgado. Su dominio del instrumento es excelente y nos puso a todos a vibrar con sus coros pegajosos. Cuba describe su música como “Cuban Soul Rock”. Verdaderamente el joven, su sonido y su apariencia nos dejan un fuerte sabor a la época en la que el soul era el que mandaba la parada. Tengo que decir que su “Fro”, como le dicen en inglés, tiene vida propia, es parte de su imagen, de su presencia escénica, es una esponja negra que flota sobre su cabeza y vibra como las cuerdas de su guitarra. Pero Alex Cuba es mucho más que eso. Nos contó algunas historias de su vida en Canadá, del choque cultural que experimentó al igual que nosotros los inmigrantes que vinimos a verlo. Prendió el escenario con candela pura y nos puso a bailar, a cantar tímidamente. Su cara transformada en muecas de gozo me reveló una tremenda pasión por la música y una alegría que desborda el escenario. Sus músicos neoyorquinos merecen un agradecimiento por su dedicación y su talento. Hablando con ellos supe que estuvieron en Los Angeles, Nueva Orleans, Memphis, Nueva York entre otras ciudades de su gira por Estados Unidos, siendo éste el último concierto.

Pagamos gustosas la boleta y, por el bien de mi amiga y su pequeña en camino, huimos del humo del cigarrillo y del tumulto. Salimos de allí con su disco autografiado bajo el brazo y el coro de “Amor Infinito” entre los labios: Ye yey, ye ye ye ye ye yey!



Comentarios

  1. Anónimo1:40 p. m.

    Cronista...aplausos desde el gallinero, un abrazo, Daniel, en la penumbra.

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  2. Excelente...!

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  3. Rolando Jaime10:19 p. m.

    !Tú también tienes duende, Butis! Felicidades por la duendecita.

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  4. Super, me gustaria oirlos a los dos!!!

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