Por las orillas de la locura

La Otra

En la tranquila soledad de mi oscuro apartamento
vive una mujer pequeñita como una hormiga.

Casi todas mañanas la sorprendo mirándome
enigmática y ceñuda al otro lado del espejo.
Por las noches me la encuentro escribiendo
volcada en un diario, con los ojos volados.

Esta mañana tropecé con ella.
Me encaró de repente mientras me vestía.
Sacó del armario lo que debía ponerme.
Me disfracé de ella sin oponer resistencia.

Siempre tiene una cara diferente,
pero los otros la confunden conmigo
Ha llegado incluso a usurparme en la cama:
ayer la sorprendí con un hombre que era mío.

Y esta sola, muy sola,
incluso aquellas veces que amanece contigo.


Angustia

Destilando el zumo de mis propias angustias,
abandonada de Dios y mis amigos,
me enfrento a todos mis temores,
los miro a cada uno a la cara,
tratando de disipar su conjuro.
En la oscuridad los veo claramente.
Se mofan de mí con muecas repugnantes.
Yo sólo los miro, no digo casi nada.
Avanzan hacia mí
cerniendo su amenza.

Un paso hacia delante,
una posición Tai Chi
un movimiento Shao Lin
y huyen despavoridos.
Se internan en las sombras
de donde salieron.
Atemorizados,
aferrados a sus propios miedos,
agazapados en la noche,
esperan en silencio
otra oportunidad.


El infierno

Sabes que has estado demasiado cerca del infierno
cuando conoces el sonido exacto de las bombas
y has visto el cráter,
el agujero que deja en los edificios
y en los corazones.

Has estado demasiado cerca del infierno
cuando has escuchado las balas zumbar junto a tu oído
y el olor a sangre y pólvora te ha bloqueado los sentidos.

Definitivimante has estado demasiado cerca del infierno
cuando has visto en los ojos de otros
la enfermedad y tu reflejo,
cuando has estado encerrada, a merced de las horas,
cuando has compartido tu habitación con otra joven
tierna y sencilla como tú y tan cercana a la muerte
y tan linda y tan niña y tan autoestructiva.

Sin duda has estado demasiado cerca del infierno
cuando vives como propias las guerras de la pantalla,
cuando imaginas el sufrimiento de un niño,
de una niña,
ultrajados por el ser que más aman
y sientes su dolor
y el dolor te enloquece.

De seguro has estado demasiado cerca del infierno
cuando has visto los ojos de la bestia
en el ser más indefenso.
Cuando has delirado con pozos conectados al averno,
cuando has encarnado el mal en unos cuantos,
cuando has visto la enfermedad
y te has comido todos sus cuentos
cuentos de curas, cuentos de enfermos.

Sabes que has estado demasiado cerca del infierno
cuando el abismo te atrae y buscas el vacío,
cuando hurgas en tus venas y en tu sexo
y no encuentras y no encuentras.

Una cosa te redime y es escarbar
tu corazón y tus entrañas
y derramar a borbotones
millones de lágrimas
y encharcar el piso
y crear mares y montañas,
sol y luna,
paisajes.
Y crear cuentos profundos,
cuentos para niños grandes
y cantar a voz en cuello
y bailar cadera en mano
y sentir el universo
condensado en tu abrazo.

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