Los Quince que soñé

A los catorce años no hacía sino soñar con mi fiesta de quince. Sabía que ese sería mi regalo, pues mi mamá no dejaba dudas al repetir constantemente que ni teníamos el dinero para regalarme un viaje por Europa, ni le gustaba que varias muchachitas anduvieran prácticamente “sueltas de madrina” en Paris.

También estaba resuelto que sería una miniteka, pues me había opuesto rotundamente a la segunda opción, más económica y aburrida, que por esa época aún se acostumbraba, un té de señoritas, es decir un almuerzo o comida con las amiguitas del colegio, sin baile, sin muchachos. Ni hablar. La tercera opción, una fiesta en un gran salón con orquesta tropical y cena buffet, se salía de nuestro presupuesto.

Eran los 80 y las minitekas estaban de moda. La más popular era la “Illussions”, pero nos fuimos con los emprendedores de “Dreaming”, que por cierto eran amigos míos y aceptaron como parte de pago un baúl gigante que mi mamá tenía y que les serviría para guardar sus equipos de luz y sonido.

Resuelto el tema de la música y las luces venía el de la comida. Descartamos la opción de una cena por cara y porque otra señora le comentó a mi mamá que los pelaos dejaban los platos servidos por estar bailando. Así que nos fuimos con el buffet de picadas y para mí fue una verdadera delicia degustar los postresitos servidos en papelitos de repostería.

Ya para estas se nos estaba acabando el presupuesto y aún teníamos que decorar el salón. Lo acostumbrado era contratar una florista. Pero recursiva como siempre, mi mamá se las ingenió elaborando unos centros de mesa que no empleaban las costosas flores y en cambio estaban hechos con globos y papel de seda plisado en una técnica que le enseñó una de sus amigas. El resto era colocar globos en puntos estratégicos del salón para rellenar el espacio. Pocos días antes del quinceañero, nos dimos a la tarea de elaborar los adornos y la terraza de nuestra casa se convirtió en un mar de rosa.

Rosa era mi vestido, rosa vieja para ser más exactos. Escogimos la tela después de varias excursiones a los almacenes de la 72. Cada vez que a mi hermana o a mí nos invitaban a una fiesta, después de dar muchas vueltas, terminamos en el almacén de Don Ovadía, nuestro vecino. El siempre tenía un trato amable y educado, nos complacía bajando todos los cortes que le pedíamos y dejando que los manipuláramos. Lo mejor era que nos prestaba las revistas de moda, la última Vogue que nadie más tenía, magacines en inglés o en francés que pautaban la tendencia. A veces hasta nos dejaba fotocopiar las páginas.

Yo quería un vestido romántico, pero sensual a la vez. Pasé horas diseñándolo en un cuaderno del colegio. Sería recatado por delante, pero tendría la espalda afuera. Al menos eso pensaba yo, hasta que le mostré el diseño a la modista, mi madre. Entre un “quédate quieta” y otro “no te muevas que te puyo” el escote de la espalda fue subiendo y subiendo. Digamos que quedó romántico.

Llegado el día, recibí tres ramos de flores que nos ayudaron a decorar el salón. En la peluquería me peinaron y en casa mi hermana me maquilló. Llegamos temprano para tomarnos las acostumbradas fotos familiares. Recibí a mis invitados, comenzó la fiesta. Bailé el Vals con mi papá, pero lo que más recuerdo es que lo saqué a bailar música americana y entre risas él se desempeñó bastante bien. Nos divertimos muchísimo y la fiesta fue un éxito.

No les he preguntado cuánto gastaron. Lo cierto es que sin emplear los ahorros ni prestar dinero mis padres lograron que yo tuviera la fiesta que siempre había soñado. Para hacerlo se prepararon con tiempo, fueron recursivos y además flexibles, tres lecciones que se agradecen en nuestro mundo de hoy.

Comentarios

  1. Excelente Butis, me has hecho recordar y reir un buen rato.....besitos

    ResponderEliminar
  2. Martha Alvarez10:08 a. m.

    Super chevere Butis!!!! .. pero me haz puesto a pensar ... que hubo detras de mis quinces...????

    ResponderEliminar
  3. Carmen Teresa Luengo10:43 a. m.

    Hola Beatriz:
    Felicitaciones por tu Blog, y por deleitarnos en una forma amena esta etapa de tu vida, que nos hacen recordar nuestras vivencias de adolescentes.
    Un afectuoso saludo y adelante siempre!
    Carmen Teresa Luengo

    ResponderEliminar
  4. Gracias por documentar la vida de la juventud barranquillera en una época especial (para nosotros).

    ResponderEliminar
  5. Anónimo11:20 a. m.

    Butis!! Definitivamente "super bacanísimo".Adelante!!!!!

    ResponderEliminar
  6. Anónimo11:58 a. m.

    Hola Nena,

    Lo del escote de la espalda es veridico...la famosa modista Beatriz le subia, y le subia. Y yo me puse mi vestido de Abejita Maya, el cual supuestamente iva a tener una minifalda mas corta, pero tambien termino a las rodillas, ella le bajaba, y le bajaba.

    Y yo que no queria que la gente supiera, decia que los vestidos eran "echos en Miami", a los 15 anios que la gente sepa que tu mama es la modista...nada que ver.

    un beso y te quedo muy chevre. No dijiste nada de lo nerviosa que estabas, ja ja todavia me acuerdo


    Ma Angelica

    ResponderEliminar
  7. me gusto mucho mama, sobretodo poder complementar la historia con las fotos,,, el vestido ufff!! lo maximo.

    \ade

    ResponderEliminar
  8. Anónimo1:25 p. m.

    Super Butis! me rei mucho! lo de la modista veridico! y llegar temprano para las fotos, que risa, exactamente la misma foto firmando la lista de invitados! Besos!

    ResponderEliminar
  9. Butis
    de nuevo revivi esos momentos, y me da alegria haber compartido esos espacios, definitivamente son esos los recuerdos que emocionan.
    un abrazo
    Patty

    ResponderEliminar
  10. Anónimo10:28 a. m.

    Que linda historia, yo creo que es la de muchas niñas que se ilusionaban con la idea de viajar a Europa con Bertha Angulo y la "Mona" (las chaperonas del viaje) pero que no pudieron cumplir su sueño en ese momento. Sin embargo, dejame decirte que si hubieras podido ir la hubieras pasado divino!!!! por que ese fue el regalo que mis padres me dieron a mi y nunca voy a olvidar, con mucho esfuerzo claro esta, pero que valio la pena. Me abrio al mundo y por eso siempre les dare las gracias. Lo importante contigo es que aun no es tarde para abrirse al mundo. Debes ir a Europa y aunque no tengas quince años y lleves puesto el vestido romantico rosa con la espalada abierta que querias tener en la fiesta, lleva a la Beatriz romantica que se muere por estar en Europa y gozarse la vida como una quinciañera. Vive que vida solo hay!!!!!!

    ResponderEliminar
  11. Anónimo9:08 a. m.

    Butis, que bellos momentos en nuestra historia!!!!...........te felicito por tan excelente escrito!!!...un abrazo Zuly R

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Gracias por dejar tu opinión.

Entradas populares